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Para concebir una bodega personal, Suckling nos aconseja que "no depende del número de botellas, porque es igual a una colección de arte o de discos. Han de ser vinos que te gusten y que de vez en cuando te guste visitar, igual que si fueran amigos. Hay que comprar vinos buenos, claro, pero de bodegas afines con tu gusto, con tu personalidad, y pensando que serán útiles para tu vida. Mejor 100 botellas amadas que 1,000 de las que no te importe nada". Un gran vino "es como un gran amor. Es emoción, si te gusta, lo sabes enseguida".