En los últimos días hemos visto la reacción mundial al horrendo asesinato a sangre fría de un hombre afroamericano, George Floyd, a manos de la policía de Minneapolis, Minnesota, EE.UU., filmado en el momento en que sucedía y a las claras con la mentalidad de total impunidad por parte de los oficiales (de raza blanca), evidenciando el abuso sistemático por parte de los departamentos policiales estadounidenses hacia las minorías de otra raza que no sea la blanca, con las consecuencias de tumulto social que el hecho absurdo ha causado en la propia sociedad norteamericana, que ya está harta, y con mucha razón.
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Fuente: Facebook |
Y realmente no podemos extraernos a ello, aunque pensemos que no nos incumbe o que son problemas de otro país; la realidad es que no podemos hacer como si no pasara nada. No solo
#blacklivesmatter sino cada vida vale para cualquier persona con rastros de humanidad en su alma. ¿Qué más tiene que pasar para que ese país entienda que la suya es una sociedad quebrada, que es un experimento social fallido, si continua sin atender sus más oscuras facetas, sobre todo la del racismo histórico y sistematizado?
Tal vez no nos incumbe. Lo que si nos incumbe es el propio espectro del racismo, esa mala palabra que arrastra consigo el estigma de ser la mentalidad causante de cientos de años de miseria y atrocidad humana. El racismo es el monstruo sediento de odio al cual las mentes más perversas (e.g. Donald Trump) invocan a la hora de querer dañar a tal o cual grupo humano antagonista, incitando un odio fabricado, basado en estúpidas ideas de absurda superioridad genética, cómo si no fuéramos iguales por dentro, como bien dice mi padre cirujano.
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Fuente: Facebook |
Eso sí nos incumbe. Pero si uno no es norteamericano, tal vez nos incumbe más lo que sucede en nuestro propio país, sea de donde se fuere. Por sencillo ejemplo, en México el racismo es un tema del que no se habla pero que está presente en todo momento; en la calle, a la hora de contratar a alguien o no, en las expresiones de cierta gente al ver a un recién nacido ("
¡s
alió blanquito!"), o la expresión del padre de un amigo que les decía a sus hijos "
no se casen con prietas" (refiriéndose a la piel morena; mi amigo sí se casó con una "prieta"), o la expresión de "
la mona, aunque se vista de seda...", dicho con envidia al observar el buen gusto o el estilo de alguien diferente pero no por ello menos; o cuando alguien inocentemente comenta que tal cual persona, al conducir su nuevo auto de lujo, pasará por el
lavacoches que lo ha llevado a dar una vuelta, o los incidentes en los cuales estudiantes de doctorado son echadas de restaurantes al ser confundidas por vendedoras ambulantes, o en las caras y estilo de vida de los modelos de la publicidad masiva; o el uso de la expresión "
naco" (junto con otras muchas más), una palabra que ha evolucionado para incluir la denominación de personas de baja extracción social, pobre educación y piel morena... En fin, nuestra sociedad también tiene mucho camino que recorrer:
#alllivesmatter.
Por eso les recomiendo, mi también consternado lector, lectora, que consiga el mejor libro de historia de su país para que le ayude a entender la razón de los fenómenos observables en su sociedad en la actualidad, incluyendo el racismo y otras bestias, en un intento de sumergirse más profundamente en el tejido subyacente de esa sociedad en la que vive.
Historia magistra vitae, la historia nos enseña lo que se hizo y lo que pasó, y lo que tal vez se deba hacer para no repetir las mismas estupideces. Sólo así podremos estar en condiciones de aportar bien a nuestra sociedad, como hombres y mujeres de mentalidad superior que somos; nada pasará compartiendo
hashtags e indignándonos en privado.
No se deje llevar por un sentimiento noble pero mal encausado: lo que sucede en EE.UU. es intolerable, pero fije su mirada más cerca de casa.
Haga algo al respecto.
Aquí entonces, mi recomendación semanal:
Otras recomendaciones:
EL PESO DE LA SANGRE. LIMPIOS, MESTIZOS Y NOBLES EN EL MUNDO HISPÁNICO
Bernd Hausberger
LA SOCIEDAD NOVOHISPANA: ESTEREOTIPOS Y REALIDADES
Solange Alberro
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