"San Geronimo leyendo", C.1621. Georges de La Tour |
Las gafas. ¿Acaso hay alguien que no las necesite?
Existen ciertos objetos, querido lector, que nos acompañan siempre. Objetos personales que, tal vez por su simple función, pasamos por alto o los damos por sentados, pero que si nos hacen falta en el día a día son capaces de trastornar nuestro mero transitar por la jornada. Este es el caso de las gafas ópticas, un objeto que no sólo es pura utilidad, sino que, sabemos bien, cambia nuestra fisionomía, nuestro rostro, según el modelo que se utilice, a tal grado que muchas personas nos son desconocidas sin estos artilugios; personas cercanas o famosas de todas las épocas.
La historia de las gafas o lentes se remonta al antiguo Egipto (o es lo que sabemos), donde los podemos hallar en inscripciones jeroglíficas de al menos 2,500 años de antigüedad. Más tarde, los celebres Séneca y Plinio el Viejo ya los mencionan en sus escritos como muy necesarios para observar pequeñas letras. Después, el físico, matemático y astrónomo árabe Alhacén, a quien se le atribuye entre otras cosas la creación del método científico, estudió ampliamente la anatomía del ojo, y su obra Kitab al-Manazir (Libro de Óptica) fue fundamental en la creación de las gafas por inventores italianos del siglo XIII; además, su traducción al latín influyó en los estudios occidentales sobre óptica de Da Vinci, Galileo Galilei, Roger Bacon, Huygens, Descartes y Kepler.
Entonces, dada su importancia aquí demostrada y más allá de su simple misión de permitirnos ver bien, ¿porqué no portar en nuestra cara un objeto que nos haga, no solo ver con mayor claridad, sino que en él también se imprima un poco de nuestra personalidad? No hablo necesariamente de su forma o color o inclusive sus materiales, sino más bien un poco de idea y de intención; de idea de estética y de intención de hallar objetos funcionales y de excelente manufactura, alejándonos del mal gusto del exceso en el precio o en los materiales que son para las joyas y no para colgárselas de la nariz. Para ello me permito ofrecerle una pequeña recomendación...
Lozza
Lozza es la compañía de gafas más antigua de Italia y una de las compañías más antiguas del mundo; fundada en 1878 por Giovanni Lozza en la región de Cadore, en el Véneto, Lozza ha siempre mostrado un enfoque constante hacia la innovación, la investigación y vanguardia en la creación de sus productos, además de realizar manufacturas de calidad durante sus más de 140 años de historia. En 1983 Lozza fue adquirida por el grupo De Rigo, compañía que ha sabido continuar, casi como responsabilidad, con el legado tecnológico y de calidad de esta antigua casa italiana.
Lozza en la actualidad posee un estatus de gafas de culto para todo aquel que conoce de historia y desea poseer un objeto que va más allá de la simple elección de momento en una óptica, que, dicho sea de paso, muy probablemente sea propiedad de Luxxotica, compañía que controla la fabricación y distribución del 80% de todas las marcas de gafas del mundo (incluyendo marcas de lujo como Chanel, Burberry, Ralph Lauren, Ray-Ban, Oakley, Versace, Prada, Michael Kors, Miu Miu, Bulgari, Armani, Brooks Brothers, Dolce & Gabbana, Paul Smith, Stella McCartney, Coach, Tiffany & Co. e inclusive Persol, gafas que nos venden toda una idea de exclusividad pero que incidentalmente son fabricadas en una sola, sí, fábrica), y la cual controla las modas - y los precios - como es de esperarse; y como ya lo mencioné antes en mi artículo sobre las intenciones de este blog, cuando hablo de los objetos y la mercadotecnia, resulta un juego de espejos la ilusión de exclusividad de las marcas de lujo reinventadas y de tener el privilegio de la elección en estos tiempos de publicidad masiva multiplataforma y de neuromercadotecnia. Así que poseer unas gafas Lozza no solo es una elección práctica en el sentido de calidad, sino que también puede llegar a ser una declaración de intenciones: crear un estilo propio, con objetos hechos a mano y a medida, sin seguir los caprichos de la moda, impuestos por la publicidad de masas.
Lozza Sartoriale
Lozza, para satisfacer justamente las necesidades de sus usuarios más exigentes, lanzó en el año 2014 un servicio de fabricación a medida al que llamó Loza Sartoriale en el cual usted puede elegir el material, la forma y el acabado de sus muy personales gafas ópticas, con el fin de "crear productos únicos y elegantes, capaces de transmitir los valores clave de la marca: estilo italiano, destreza artesanal, atención al detalle e innovación", según reza el propio sitio web de Lozza. Sin duda existen marcas de anteojos hechos a medida de gran calidad, pero muy pocas pueden ofrecer la tradición e historia de esta icónica marca italiana.
Le ofrezco a continuación un par de videos que demuestran los valores de la compañía de los que antes he hablado. Y no olvide, querido lector, que la elección de un gentleman jamás es convencional...
Le ofrezco a continuación un par de videos que demuestran los valores de la compañía de los que antes he hablado. Y no olvide, querido lector, que la elección de un gentleman jamás es convencional...
No hay comentarios:
Publicar un comentario