Autorretrato de Leonardo y su Hombre de Vitruvio |
Múltiples eventos durante este 2019 se llevarán a cabo en celebración del quinto centenario del fallecimiento del gran maestro del Renacimiento Leonardo da Vinci (1452-1519), ideal del hombre humanista que quiere hacer y saber de todo que fue marca de ese periodo histórico, culminando con la gran exhibición a finales de año en el Sala Napoleón del Museo de Louvre en París.
Así, como uno de los grandes nombres de la historia, escribir sobre el hombre y su arte, de un hombre y un arte admirado por todos, más allá del enrarecido mundo artístico, y cuyas obras tienen el estatus de patrimonio de la humanidad, es algo casi obligado, pero ¿qué más se puede escribir o decir del Maestro que no se haya hecho ya?
Sin embargo, tal vez lo contrario sea cierto: sobre cualquier artista, y sobre todo sobre Leonardo, sus obras y no la explicación de sus obras son lo que debería prevalecer, es decir, la admiración del arte y de su propia belleza, de la técnica de su creador al plasmar sus emociones (toda obra es un vehículo de emociones), y del lenguaje con el que habla con nuestra propia alma en nombre del espíritu del artista; intrínsecas a su creación están otras consideraciones las cuales uno como espectador conoce o no conoce, las cuales son de gran ayuda para la apreciación de la obra y engrandecen su disfrute, hay que decirlo.
Desde este blog tal vez sea un esfuerzo fútil reproducir sus grandes obras, que veremos publicadas en todos lados, por lo que, en el espíritu de los Gentleman's Pursuits y viajero en fin en busca de la pureza, me esforzaré en publicar a lo largo del año, bajo la etiqueta de Leonardo500, aquellas de sus obras menos conocidas, las que se exhiben brevemente o que pertenecen a catálogos poco conocidos de los grandes museos. Pronto se hará la primera entrega, estimado lector.
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