jueves, mayo 17, 2012

Carlos Fuentes: Todo un Señor


Foto: Reuters

Carlos Fuentes, verdadero Epicthonius Cosmopolites, fue todo un Señor, en el sentido más amplio, que cualquier mexicano sensato, culto e inteligente debería aspirar a ser.  

En pocas ocasiones la muerte de una figura pública me ha sido tan impactante como la muerte del gran escritor mexicano Carlos Fuentes, y pocos son los elogios que uno puede prodigar - o agregar - a los cientos que hoy día se ven en la prensa y la televisión, no hablaré aquí de todo lo dicho y hecho por él, y sin embargo...

Mi relación con Carlos Fuentes siempre fue la del lector. Muchos años atrás leí Aura (México, 1962), cuando estaba aún en el colegio y puedo decir que no la entendí. Eran mis años de transición desde La Isla del Tesoro, Robinson Crusoe, Sandokan y Julio Verne hacia Maupassant, Dumas, E.A. Poe, Agatha Christie y a novelas americanas más ligeras de Robert Ludlum, Michael Crichton o Tom Clancy. Leía mucho, sí, pero como lector no estaba preparado para el tipo de literatura que se descubre con la madurez. 

Foto: Vanguardia
Con el tiempo, y con la llegada de Gogol, Gorki, Rosseau, Stendhal, Voltaire y de todo lo que se debe leer   (Shakespeare, Cervantes, Homero, Dostoyevski, Tosltoi, Rulfo, Literatura Clásica), llegaron también a mi estos escritos extraños, un poco contrahechos (en mi medida de lector, digamos, "normal"), amargos y a veces sufribles del maestro Fuentes, pero que sin duda me asombraron por su diferencia. La primera novela que le leí y en la cual atisbé su genio creativo fue  La Cabeza de la Hidra (Barcelona, 1978), tal vez por que era para mi un tema acostumbrado pero con tratamiento de lenguaje y de visión de mi México que me asombró. 

Fue entonces que leí nuevamente Aura, además de Agua Quemada, Cantar de Ciegos, Chac Mool y otros cuentos, pero particularmente La Región más Transparente (México, 1958) y fue entonces cuando comprendí la dimensión universal de un grande; esa sensación que como lector aceptas de súbito más que comprender, de que estas leyendo algo fabuloso... Este libro capital para la "mexicanidad", desnuda nuestros complejos, miedos, taras, gustos, pensamientos ocultos, tensiones sociales internas, lenguaje y verdaderas facciones y virtudes de una manera tal y con tal actualidad, que uno no deja de asombrarse de que esta haya sido escrita hace más de 50 años. Cada quien, de donde provenga, pude reflejarse en los múltiples espejos ahí descritos, y se tiene esa idea de que si lo que me describe a mi es cierto, ciertas deben de ser las descripciones de otros mexicanos que me son ajenos. Y es que probablemente como el mismo maestro escribe, México tiene "capacidad para conocer todos (sus) defectos, e incapacidad para superarlos"... 

Como lector que se precie de serlo, uno hace a su propia biblioteca. La cultiva y la atesora. Sin embargo, los caminos que cada lector recorre son diversos y el mapa de ruta son nuestras propias lecturas; lo que nos lleva de un libro a otro son descubrimiento de lo leído justo antes.  Y así, Don Carlos siempre fue una fuente inagotable de rutas y guías... Y en esa biblioteca personal, mapa de lo que somos, siempre hay lugares reservados a los grandes libros, aquellos que nos marcaron, que consideramos parteaguas o que simplemente nos gustaron mucho. La Región más Transparente forma parte de ese personalisimo panteón, a un lado de la Feria de las Vanidades de Thackeray y de Los Privilegios de la Vista de Octavio Paz, entre otros tantos queridos. 

Foto: NTR Zacatecas
Otros libros de Carlos Fuentes no me han gustado, es más, los he evitado: La Silla del Aguila (Alfaguara, 2003) y Cristobal Nonato (México, 1987) en particular me han desagradado no por la escritura de Fuentes, sino por la descarnada realidad de mi país ahí descrita, la cual no quiero ver pero se me muestra. Pero La Muerte de Artemio Cruz (México, 1962) que no pierde actualidad y que personalmente equiparo en estatura al Pedro Páramo de Juan Rulfo,  Terra Nostra (Barcelona, 1975) y Gringo Viejo (México, 1985) son piezas que me gustaron mucho y que atesoro. También he leído muchos cuentos, de singular maestría, y ensayos, gustándome unos y otros no, en tanto que el maestro gravitaba alternativamente entre la crítica mordaz y la descripción precisa de la realidad de México y del mundo. La cuestión es que Fuentes puede gustarle o no, pero el disfrutar de una mente clara e inteligente siempre es un placer para todo hombre y mujer pensante; además de que la propia escritura, el tejido literario y el diseño narrativo de Carlos Fuentes es muy complejo y tiene muchos niveles intelectuales. No es lectura para legos.

Otras cosas las he añadido a mi personal viaje literario. Por él se que el titulo de este blog está errado (debe ser In Vino Veritas, pero que no he querido corregir). A recomendación de Fuentes leí a Erasmo, a Garcilaso, a Rimbaud y a Proust, y a Cervantes cada año, buscando y admirando en su Quijote el verdadero arte de nuestro idioma y hasta donde puede llegar su belleza. Seguí a pies juntillas su "Las novelas deben tener riesgo moral, experimentación formal y humor verbal"...

Foto: Victor Caivano / AP 
No he leído todo Carlos Fuentes, pero lo pretendo, y pretendo también que sea un viaje de gran placer. Incluyendo su más ligera Vlad (Mexíco, 2010) la cual espero gustar pronto.

Pero hay algo que quiero destacar: el hombre y el escritor son indivisibles y Carlos Fuentes fue un hombre comprometido, tenaz,  de voz franca y precisa que no escatimaba elogios, pero tampoco criticas donde creía se necesitaban. Siempre admiré su capacidad de "distancia" de poder decir las cosas como son y con todas sus palabras, pero siempre con elegante y preciso lenguaje, sin necesidad de descalificaciones vanas, siempre esclarecido y desde una perspectiva superior. Era un hombre congruente, elegante, culto, de personalidad compleja, de pensamiento elevado y una voz crítica y esencial de la realidad mexicana, latinoamericana e internacional. Muchas veces envidiado, de vestir clásico, de palabra dura y fecunda creatividad, se fue hasta el mismo momento de su partida narrando México, el deseado, el mejor que nunca ha sido. Lejos de ser perfecto, sus máculas eran parte de su complejidad creativa. Una figura controvertida pero irreemplazable e importante que se fue sin Nobel, pero con todos los honores de un escritor que publicó hasta el último día de su vida, y aún lo hará después. 

Foto: Random House
Finalmente, siempre he creído que un hombre debe seguir los pasos de los grandes.  Debe existir un faro hacia adonde dirigir la proa del intelecto. Pero un país donde los grandes para el pueblo son actores de telenovela y futbolistas está condenado al más triste y desesperante fracaso. Carlos Fuentes, verdadero Epicthonius Cosmopolites (ciudadano del mundo), fue todo un Señor, en el sentido más amplio de la palabra, que cualquier mexicano sensato, culto e inteligente debería aspirar a ser. Elegancia, autoridad intelectual, cosmopolitismo y el buen gusto. Carlos Fuentes se ha ido, pero no su obra, y como él mismo lo mencionó, el próximo lector de  La Región más Transparente aún no ha nacido...

Carlos Fuentes descansará eternamente en París, patria de escritores y donde según Girandoux "más se ha pensado, hablado y escrito en el mundo", en el merecido lugar entre otros universales en Montparnasse. Requisquiat in pace, Maestro.

Por Paco Hernández-Castañeda
Mayo de 2012

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